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viernes, 16 de noviembre de 2012

Misceláneas judías para la pausa del Sábado

2 de Kislev de 5773

Selección de cuentos, relatos, poemas y fragmentos de las letras judías, de los más diversos autores y de todas las épocas, seleccionados del archivo bibliográfico de la Biblioteca Popular “Alberto Gerchunoff”, con el fin de “iluminar”, a través de la lectura, ese momento particular de la semana : “la pausa del sábado”, como lo llamó tan secular y poéticamente, el poeta judeo argentino César Tiempo.
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Edmond Jabés:
el libro, las preguntas y el desierto

Pocos libros más judíos que El libro de las preguntas, de Edmond Jabés. Edmond Jabés fue un poeta de origen judeo-egipcio, que vivió exiliado en Francia una parte importante de su vida, y escribió su obra poética en francés, pero al mismo tiempo fue habitante del árabe y el hebreo; construyó un diálogo maravilloso, de una belleza poética única, con todos los espectros de los rabinos – que él supo construirse en el interior de su espíritu – que habían atravesado la historia de Israel, declarándose s sí mismo como un ateo. Edmond Jabés es un hombre que produce una poesía donde el principal convidado es Dios. Dios está permanentemente en la poética de Edmond jabés. Los rabinos, los sabios; toda su obra atraviesa esa experiencia. Y sin embargo, es quizá uno de los poetas de la tradición judía del siglo XX que más se aproximó al desierto y a la nada de Dios. Escribió algo que es un fragmento del Libro de las preguntas, donde Edmond Jabés dice – citando primero a Reb Midrash: Si se nos ha creado para padecerlos mismos sufrimientos, para estar abocados a la misma muerte concertada, por qué habernos dado labios, por qué ojos y voz, por qué alma y un lenguaje diferente. Y dice Jabés: Estar en el Libro. Figurar en el Libro de las preguntas. Ser parte de él. Tener la responsabilidad de una palabra o de una frase, de una estrofa o de un capítulo. Poder decir: estoy en el Libro, el Libro es mi universo, mi país, mi techo y mi enigma, el Libro es mi respiración y mi reposo. Me levanto con la página que se abre, me acuesto con la página que se cierra. Poder responder: Soy de la raza de las palabras con las que se construyen las moradas. Sabiendo bien que esta respuesta sigue siendo una pregunta, que esta morada está siempre amenazada.
En otro lugar Edmond Jabés dice: Si yo pienso lo judío, pienso la pregunta. Evocaré el Libro y provocaré las preguntas. Si Dios es, es porque El está en el Libro. Si los sabios, los santos y los profetas existen, si los eruditos y los poetas, si el hombre y el insecto existen, es porque encontramos sus nombres en el Libro. El mundo existe porque el Libro existe. Porque existir es crecer con el propio nombre. El Libro es obra del Libro. El Libro es el sol que engendra al mar, es el mar que revela la tierra, es la tierra que esculpe al hombre. De no ser así, sol, mar, tierra y hombre, serían focos de luz sin objeto, agua cociente sin partidas ni retornos, exhuberancia de las arenas sin presencia, espera de la carne y del espíritu sin nada en vecindad, sin correspondencia, sin doblez ni contrarios. La eternidad desgrana al instante con el verbo. El Libro explica al Libro. Es una herejía del Libro. El Libro es anterior a Dios. Gershom Scholem dice que en la propia tradición islámica existe esa concepción de un Corán celestial, anterior a la creación. Y, en el mundo judío, hay algo así como la como esa Torá celestial o ese Libro de los cielos que, en el caso de Edmond Jabés, es un libro que es como si fuese la consumación del universo. Dios está en el Libro, Dios no es el autor del Libro. Esto es algo interesante para pensarlo. Toda la obra de Jabés, como toda posibilidad de aproximación a cualquier texto religioso o revelado o vinculado con tradiciones genéricamente religiosas, exige de nosotros el esfuerzo y el cuidado de, por un lado, dejar que la literalidad nos inunde, pero, por otro, ir hacia los otros planos, las otras napas, dejar que la metáfora haga su juego. Huir, en un punto, de la pura literalidad – que es uno de los temas clave de la interpretación. Lo que nos está planteando Jabés no está para nada ausente de la mirada de un judío religioso, de un viejo rabino del siglo XI.

Fragmento extraído de:
Mesianismo, Nihilismo y Redención
De Abraham a Spinoza. De Marx a Benjamín
de Ricardo Forster y Diego Tatián
Editorial Altamira, Buenos Aires, 2005.
 

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