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martes, 28 de mayo de 2013

El judío, objeto “a”?
Por  Susana Levy.
 
Estas reflexiones pretenden ser un acercamiento a este concepto traído
por Lacan y otros, Milner, Zizek, Regnault, acerca de este lugar que
ocuparía el judío, y lo aclaran algunos de ellos, en Occidente. Esto
me parece importante destacar. Y pienso Occidente como el lugar donde
se construyó el Cristianismo. Creo que algo tiene que ver en esta
cuestión.
Trataré brevemente y con muchas limitaciones para no complicar de qué
se trata este objeto “a”, que se nombra y muchas veces no se sabe qué
es.
Ante todo no es un objeto, pero es “algo”  que opera. Podemos pensarlo
como un lugar, un lugar vacío, que cumple una función.
Lacan lo define como el objeto causa de deseo.
Un deseo solo puede estar donde estaría una falta, donde NO HAY. Se
trata del deseo inconsciente. De un sujeto. 
 
El sujeto del psicoanálisis.
Es un sujeto hablado, y que habla, un “yo” que a veces sabe lo que
dice y que también dice sin saber, un sujeto que sueña y que se
equivoca. No es un sujeto consistente. Es lo que se llama un sujeto
barrado, barrado por una falta, por una división, “barre” en francés
se refiere a la línea que separa un término de otro en la división, es
decir, se trata de un sujeto escindido, dividido, entre consciente e
inconsciente. La barra tiene que ver con una represión constitutiva.
Sin inconsciente no habría sujeto.
La persona nace en un mundo de significantes, es hablado por el
lenguaje, del cual va aprendiendo inconscientemente la estructura, que
Lacan equipara a la estructura del inconsciente. La palabra nunca lo
dice todo, siempre algo falta, la imaginación  (que tiene que ver con
el aparato sensorial de una persona) nunca imagina todo, siempre algo
falta. Somos limitados.
En el sujeto judío, esa limitación se inscribe en el cuerpo real con
la circuncisión y su significado simbólico, de adhesión al Pacto. Es
decir que también opera en lo real, junto a lo simbólico y lo
imaginario. El Pacto, entre otras definiciones es el no a la idolatría
y la obediencia a la Ley.
El sujeto constituye su realidad psíquica, según Lacan, a partir de
tres registros: el simbólico, el imaginario y lo real. Lacan, que
decía que su único aporte había sido el concepto del objeto” a”, lo
ubica, al objeto “a”, en la intersección de los tres registros,
perteneciendo ese objeto a lo real.
Lo simbólico: todo aquello que pueda ser expresado a través del
lenguaje, que entra en una cadena de significantes que permite un
discurso con otro  (a)(semejante) y desde otro (A). Este Otro
definido, entre otras definiciones, como el lugar de todos los
significantes, de todas las palabras: la Ley, Dios, los padres de la
infancia….
Lo Real es de por sí definido como aquello que no se puede ni
imaginar, ni simbolizar. Es pura falta, es del orden de lo imposible,
pero está. Sería pura pulsión, que si no se puede ni imaginarizar, ni
simbolizar, es pura angustia. Dice Zizek, modificando un poco lo que
dice Lacan; no es que lo real es imposible, sino que lo IMPOSIBLE es
REAL!! Lo imposible existe y angustia, es el origen de lo traumático,
porque es muy difícil de aceptar, de conceptualizar.¿ Qué podemos
decir sobre lo imposible? ¿Qué podemos decir sobre la muerte, que es
lo imposible de la vida? ¿Qué podemos imaginar? Todo lo que imaginemos
es ficción como diría Spinoza. No por eso hay que despreciar lo
imaginario porque es uno de los registros necesarios.
En ese imposible se ubica el objeto “a”. Y ahí  ubican muchos, en
Occidente, al judío. Es decir que el judío es el que denuncia que TODO
NO. Es medio imbancable esa tozudez en declamar que TODO NO para el
narcisismo de la humanidad, por lo menos la occidental.
Ya que Todo No, en ese lugar se va albergar la Ley, que dice que sí y
que no, y que permite el funcionamiento de una estructura social, que
defiende la vida. Cada vez que en la historia de la humanidad, en
nombre de, por ejemplo, religiones o ideologías se pretende representar
el Todo, gana la muerte. Entonces, el judío, lo judío, encarna el
límite a la prepotencia, al avasallamiento de las diferencias, a una
supuesta Unidad. Lacan en su momento dijo que la Unión Europea iba a
fracasar porque intenta borrar fronteras, monedas, ideologías
diversas. Se verá… O se está viendo? Por eso se dice que el judío 
está en ese lugar del objeto “a”, es decir de la falta, de algo del orden de
lo imposible, pero justamente, en la búsqueda de lo posible, dentro de
las limitaciones, es como se va armando la vida.
Aquellos que intentan hablar en nombre de un Todo, de un dogma
religioso o político, verán al judío como una amenaza que hay que
destruir. Es aquel que a pesar de respetar las leyes del país donde
vive, de acatar una forma de vida común, mantiene ciertas diferencias,
y las defiende. Se incluye y también se excluye. Uno de los motivos de
un antisemitismo que no cesa, y especialmente en Europa, todavía más
en Francia, país que pareciera no haber superado todavía la cuestión
Dreyfus, país, estado,  que colaboró de manera vergonzosa con la
ocupación nazi.
El judío, como ser humano, igual que todos, también puede querer
tender al Todo, y ahí se enmarcan los movimientos fundamentalistas que
tergiversan el sentido de lo judaico. Unos cien años antes de la era
cristiana había en Judea un rey, Alejandro Janneo, que hizo grandes
conquistas y conversiones obligadas en los territorios ocupados. Un
personaje borracho y cruel, reinó casi 27 años. El propio pueblo de
Israel luchó para derribarlo, lo que terminaron haciendo los nabateos.
Aquellos judíos que se regían por la Ley, vieron en este sujeto lo
contrario de lo que el judaísmo proclama y lo combatieron. 
 
Referencias:
François Regnault: “ "Nuestro objeto “a”"”
Slavoj Zizek: "“Cristianos, judíos y Otros Criminales"
Jean Claude Milner: "“El judío de saber”"
 

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