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lunes, 18 de marzo de 2013

El Otro de la Ley: el Otro del Derecho, la Ley del Otro



Por Silvia Lef

I)                   La ética hebraica: el Otro...
  
La ética es tan nodal que inviste el cuerpo hebraico. En efecto, el judaísmo es eminentemente ético dado que su esencia al igual que su existencia coinciden en la Ley. Ley como Otro regulativo, orden simbólico instituyente de principios, normas, preceptos, prescripciones que habrán de regular los lazos de los otros como semejantes. Si nos remontamos a la fuente de la Torah como Ley descubriremos un trípode ético: el Código de los Noájidas, consistente en los siete mandamientos para los setenta pueblos de la Antigüedad, donados por el Patriarca antediluviano Noaj/Noé a sus tres hijos: Sem, Cam y Jafet; los Aseret Hadibrot/Diez Mandamientos, revelados como Código Sinaítico al Patriarca Moisés; el Tariag o conjunto de las 613 normativas, distribuidas en 248 positivos y en 365 negativos a lo largo de la Torah. El nudo de las tres fuentes lo constituye el respeto por la alteridad, la nota distintiva y respetuosa de la diferencia: el Otro de la ética monoteística se funda en una concepción novedosa e inédita por cuanto devela y revela en lo Uno, la diferencia. En setenta facetas diferentes se expresa la Ley como Torah, con setenta apelativos se impone el Creador. Entre la Creación como Revelación, a través del diálogo como Relación se va armando la realidad. Otro humano devenido del humus, con la distinción terrena de la falibilidad, de la finitud, límite colocado en la angustia frente a la muerte. Otro divino que insufla el hálito del Ruaj Adonay como espíritu en el humano, al modo de imagen y semejanza con aquel que creó desde la Palabra y espejo identificatorio de quien habrá de recrear como ser parlante/deseante con ese don. El Derecho nace desde ese orden ético filosófico, regulador de la convivencia, donde los valores primigenios serán la libertad, el libre pensamiento, el poder nombrar, el poder decir. La equidad será la búsqueda, el deseo el pivote. El Psicoanálisis recogerá la disquisición aplicada de una ética a un mundo que deberá construirse, donde la subjetividad será un puerto y el deseo un móvil. La falta, la hiancia estructural está inscripta en el cuerpo hebraico, al modo de emblema paradigmático para que aquello que no cesa de no inscribirse en el marco de lo real como imposible halle su Ley, su impronta, su Letra, su Palabra, su Pacto, su Acto, su Circuncisión. Así, el corte de la completud, imposible por inexistente, condenado desde el vamos como des-encuentro, se graba a fuego en el Brit Milá, Pacto de Palabra, Palabra hecha Acto. Fue, Es y Será la Ley. Ley de la castración simbólica. Ley de la finitud. Ley de la falibilidad. Ley humana sin excepción. Ley de la ética de la diferencia. Ley del respeto por el Otro. Ley para el otro como semejante. Nacimiento del derecho hebraico como ética. Re-torno desde el psicoanálisis como ética de la transferencia con traspaso de la diferencia. Ley talmúdica, ley hebraica, ley desde el Otro para el otro. Paradigma del Edén como un ideal por hacer, una hermenéutica y una exégesis por desplegar. ¿Nombre de Nombres? ¿Nombre del hombre? ¿Libertad, destino, demanda? Ética, cultura, religiosidad: ¿tres nudos engarzados en un nuevo Otro en la contemporaneidad? ¿Acaso es la Ley judía una Ley como Otro para cualquier otro? ¿Por qué no? ¿Acaso el extranjero no es el protagonista de esa sutil identidad que debe enseñar y diagramar esa otra faz de la cuestión? ¿No está el Derecho basado en esta ancestral Ley? ¿No implica el Psicoanálisis una otra ética, una Otra Ley? ¿No es su Transmisión un ejemplo metódico y sistemático de versión oralizada de Ley, al modo de un Talmud? ¿No es esa Transmisión como Talmud un Limud, estudio crítico investigativo? ¿No resulta el Psicoanálisis la formulación de una verdadera ética con un derecho subjetivamente insoslayable en la base, al modo de regulación del Otro para el otro?

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