12 de Av de 5773
Sobre la condición humana de Pinjas Sadeh
(fragmento)
“…Quiero tan solo comprender… para mí es importante
comprender,. En realidad, contemplé también otra posibilidad, completamente
distinta… Medito sobre ella durante largas horas, noches enteras.”
“¿Sobre qué?”
“Sobre El. No veo ningún tema más importante que este.”
Y en este momento, no sé porqué, surgió en mi mente un breve
relato que escuché sobre Absalón. Me extraña no haberlo recordado antes, cuando
me contó sus sueños sobre las dos muchachas. Aquel relato – que pertenece al
pasado, es decir, al período de dos años que pasó entre el momento del kibutz y
se enroló en el ejército – era nebulososy el que me lo hizo conocer no
recordaba a ciencia cierta dónde sucedió la cosa, quizás en Haifa. En un anochecer
– me contó – al pasar por un callejón tranquilo y pequeño, echó una mirada
hacia uno de los patios y a la luz de la luna vió a un mocetón sentado en el pasto y a dos muchachas, una
rubia y otra morena, que estaban a los lados de aquel, tal vez sentadas o
arrodilladas. Y lentamente peinaban sus cabellos. Ese mozo era, precisamente,
Absalón, pero las muchachas eran extrañas y desconocidas para el que me lo
contó.
“¿Y cuál es la posibilidad que contemplas?”, pregunté.
“He aquí, así me lo imagino… (Hablaba ahora con una voz muy
tranquila, lentamente, como si lo hiciera consigo mismo), me lo imagino de esta
manera: ¿tal vez Dios, igual que un santo que se flagela, precisamente debido a
su ardiente amor, creó a los hombres para que ellos sufrieran penurias y para
que El pudiera participar en este dolor, para que El pudiera sufrir dentro de
ese amor? Y es que de Dios se ha dicho también que odia, recela, se enfurece,
recuerda la gracia de la juventud… No, yo se que esto es lejano, ¡muy lejano
para ser comprendido! Y yo…yo siento que debo comprenderlo, siento a veces tal
opresión, ya que todo lo demás… todo lo demás es una estupidez total. Leí
libros, y algunos dicen cosas muy infantiles; por ejemplo, Filón, el
alejandrino, en su obra sobre la creación del mundo, arguye que la prueba de
que Dios es uno y no múltiple reside en que es imposible pensar que en los
cielos domine el régimen deficiente por excelencia, es decir, el gobierno de la
chusma… Lo leí con mis propios ojos. Y es difícil explicar de esta manera la
muerte de una nena, de cáncer, o la vida del pobre vendedor de juguetes, o las
crueldades de Genghis Khan, en fin, todo este mundo que a veces siento; y esto
me hace palpitar el corazón, hasta el punto de que quisiera abrazarlo, con
brazos gigantescos, a todo ese silencio de los campos en la noche, a los
árboles, al río…Pero si no se lo comprende, todo esto deja de ser concreto y se
esfuma
como un sueño…Y éste es un inmenso sufrimiento. Recuerdo que
una vez leí una obra de Tomás de Aquino. Me gusta leerlo, especialmente cuando
habla de los ángeles. Por ejemplo, si un ángel puede dar órdenes a otro, o si
un ángel puede saber algo desconocido para el otro… Y desarrolla una cadena de
preguntas y respuestas con una lógica tan encantadora, tan simple que se parece
a una obra de Bach… Me imaginaba cómo, tal vez, el abate lo invitaba y le
decía: “Hermano Tomás, las cosas nos infunden tanto cansancio, hay una
confusión en este problema de los ángeles. Nuestros monjes, discuten
continuamente y al llegar la mañana, en lugar de salir a su trabajo siguen
discutiendo ardientemente… Y ha ocurrido que en algunos de nuestros monasterios
un monje destrozara la nariz a otro, debido a la afiebrada polémica sobre si
los ángeles dominan varios idiomas… Por eso, querido Tomás, tómate dos o tres
años, siéntate tranquilo y prepáranos de una vez por todas una obra autorizada
y detallada sobre tan respetable tema, para que finalmente reine la paz en el
rebaño de dios… Y en cuanto a tus comidas, las recibirás de nuestro tesorero.” De cualquier manera, con respecto a aquella
obra de Tomás que leí, él no tocó el tema de los ángeles, sino afirmó según ahí
se dice, que somos incapaces de saber qué es Dios, y que sólo sabemos seguro lo
que no es Dios. Y a continuación, explica que Dios es inmutable, indivisible,
intemporal, que no se puede mover de un lugar a otro, que no es… pero yo pensé
para mí ¿por qué? ¿no es también posible lo contrario?¿qué sabemos nosotros? ¿
qué valor tienen nuestras palabras divisible o unificable…? ¿acaso no es posible
que Dios pueda hacer lo que se le antoje, que no pueda hacer las cosas que
hacemos nosotros? Nosotros podemos sufrir, dormir, morir, robar ¿y por qué El
no podría hacerlo? ¿Es posible que existe algo, por lo tanto, fuera de Dios? Y
tal vez nosotros no somos más que Su lengua mentirosa, Su corazón sufriente, Su
mano ladrona, pero por otra parte, hace algún tiempo leí en un libro de Spinoza
en que éste se oponía a los que dicen que “lo bueno es bueno porque Dios lo
quiere y, si es así, Dios puede hacer que lo malo sea bueno también…” A mi
juicio es indudable que El puede hacerlo. Y quizás lo hace, pero Spinoza dice
que éste es un pensamiento absurdo, “como si dijéramos que Dios es Dios porque
quiere serlo y por eso no puede no ser Dios”. Y Spinoza observa que eso es por
completo absurdo. Pero yo creía, leyendo todo eso, que esta posibilidad no es
menos aceptable que cualquier otra, y me imagino que Dios, siendo Todopoderoso, puede no querer ser
Dios, y entonces pasó por mi mente esa posibilidad, e intenté imaginármela en
todos sus detalles, por ejemplo, que El se retirara y viviera en alguna pieza
alquilada, en alguna gran ciudad, por ejemplo, en Shangai…”
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Pinjas Sadeh nació en Galitzia en 1929 y llegó a Israel en
1934. Se educó en el kibutz. Durante algún tiempo cursó estudios superiores en
Londres.
Su primer cuento se publicó en 1945 y su primer poema en 1946. Ha escrito novelas,
relatos para niños, artículos periodísticos y preparó varias antologías.
Sus libros ponen en evidencia una particular visión del
mundo, influida especialmente por la mística - judía y cristiana -, la filosofía niestzcheana y
ciertas posturas existencialistas.
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