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viernes, 26 de julio de 2013

"Diálogo entre dos mundos"

Por Jack Fuchs y Silvia Lef

Jack:
     ¿Sabés en qué pensaba?
En la negación de Arendt respecto de Heidegger.
¿Nunca se le ocurrió preguntarle a él por los trenes de la muerte?
¿No hablaban de éso? ¿Cómo pudo estar con él?
¿Y su posición respecto de Eichman? ¿Qué pensás?
¿Cómo explicás esas extrañas alianzas?
Es como aquel que escribe un libro hebraico y se lo dedica a Hitler o
a un pensador, filósofo, poeta nazi. ¡Paradojal!
Me inquieta la alianza con la locura del enemigo. ¿Qué diría el psicoanálisis?

Silvia:
Hacer alianza con ese otro, garantizaría la fuga de la persecución
paranoica. Si te aliaras con tu enemigo, creerías que ya no es tu enemigo.
¿Escuchaste acerca del sindrome de Estocolmo?
Ha explicado bodas muy extrañas entre perseguidores y perseguidos que
se unían en un enigmático y mistérico enlace que diluía el contraste y
la diferencia

Jack:
¿Qué era exactamente ese síndrome y por qué lleva ese nombre?
Si no lo explicás, es un simplismo la respuesta.

Silvia:
   Hubo una vez un 23 de agosto de 1973, en la ciudad sueca de
Estocolmo. Allí, en el marco de un atraco con rehenes nació la
expresión "sindrome de Estocolmo°. Jan Erik Olsson, un presidiario con
libertad condicional, entró en el banco Kreditbanken de Norrmalmstorg, en el centro de la ciudad.
Con el alerta policial, dos oficiales llegaron de forma inmediata. El
atracador hirió a uno de ellos y mandó al segundo sentarse y cantar.
Olsson había tomado cuatro rehenes y exigió tres millones de coronas
suecas, un vehículo y dos armas.
    El gobierno llevó allí a Clarck Olofsson, amigo del
delincuente. Así comenzaron las negociaciones entre atracador y policía.
Ante la sorpresa de todos, una de los rehenes, Kristin Ehnmark, 
no solo mostraba su miedo a una actuación policial que acabara en tragedia sino 
que llegó a resistirse a la idea de un posible rescate, se sentía segura, 
a pesar de ser víctima de un delito violento.
Tras seis días de retención y amenazas del secuestrador, de cuyo lado
se puso la propia Ehnmark, la policía decidió actuar y cuando comenzaron a gasearles, 
los delincuentes se rindieron. Nadie resultó herido. Tanto Olsson como su amigo Olofsson 
fueron condenados y sentenciados, aunque más tarde se retiraron los cargos contra Olofsson, 
que volvería a delinquir. Jan Olsson, en cambio, tras cumplir 10 años de prisión
saldría de prisión totalmente rehabilitado y con una legión de fans.
Mientras duró el proceso judicial, los secuestrados fueron reticentes a
testificar en contra de los que habían sido sus captores y aun hoy
manifiestan que se sentían más aterrados por la policía que por los
ladrones que los retuvieron durante casi una semana. Así fue que el
criminólogo Nils Bejerot acuñó poco después y a consecuencia de 
aquel caso, el término Síndrome de Estocolmo para referirse a rehenes que se
sienten este tipo de identificación con sus captores.

   Jack:
Fuera de este banco, hubo otros casos que se asociaron con
este sindrome. Recuerdo una presa que se casó con su guardiacárcel, 
una mujer que se casó con su secuestrador, etc,etc. Te voy a contar un par de chistes:
un niño va al jardín y cuando vuelve la madre le pregunta que
aprendió. Mi nombre, Marvin. No Teivele ni Márvele.
Otro chiste: tanto pensar qué nombre ponerle a la nena y sabés 
¿cómo la nombraron?. "Porota". Soy Jacub. Me quedó ese nombre, tras la
liberación. En mi documento figura otro nombre, otra edad y otro día
de nacimiento. Figura que soy del 27 y soy del 24. Ahora, sé bien quien
soy y qué soy. Otros, como yo, cambiaron el documento y corrigieron
todos los datos.

Silvia:
Ahora comprendo por qué te dicen "Jakub, el Patriarca del Siglo XXI..."
Lo demás es pura fábula...

Jack:
(...)

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