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viernes, 7 de marzo de 2014

Misceláneas judías para la pausa del Sábado

 5 de Adar de 5774

Dos poemas de Yehuda Amijai


Mi viejo maestro, la vida
no es tan profunda como decías. La historia
y los amores de Buber y Marx son sólo como
una fina capa de asfalto sobre la gran tierra.

Maestro, la frontera de los juguetes está tan cerca:
cuando una pistola dispara y mata y mi padre muere de verdad.

Y la frontera del camuflaje, que es también la frontera
del amor: en lugar de un cañón surge
un árbol de verdad y tú serás yo, y yo -- tú.

De Hazman, El tiempo (1977)

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Un pastor árabe busca  una cabra en el monte Sión

Un pastor árabe busca  una cabra en el monte Sión
y en la montaña de enfrente yo busco a mi hijo pequeño.
Pastor árabe y padre judío
con su fracaso temporal.
Nuestras voces se encuentran sobre
la cisterna del Sultán en el valle de en medio.
Ninguno de los dos queremos que el hijo y la cabra
entren en el proceso
de la terrible máquina de Jad Gadyá.

Después los encontramos entre los arbustos,
y nuestras voces volvieron a nosotros y lloraron y rieron por dentro.

La búsqueda de una cabra o de un hijo
fue siempre
el principio de una nueva religión en estas montañas.

De Shalvá gedolá: Sheelot uteshubot, Gran tranquilidad: Preguntas y respuestas (1980)

Traducción: Raquel García Lozano
De: Amijai, Yehuda, Un idioma, un paisaje. Antología poética 1948-1989, Hiperión, Madrid, 1997.
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Yehuda Amijai (1924 - 2000) fue uno de los escritores más emblemáticos de la literatura israelí. Escribió, según él mismo, a partir de sus experiencias, acerca de temas diversos como la guerra, el amor, el sexo, la muerte, los niños.  En sus versos se reflejan la cotidianeidad, pero también su excepcionalidad y sus particularidades; la religiosidad, junto a las decisiones más mundanas; el romanticismo idealizador, pero también el enojo y la frustración por las situaciones no deseadas.Según lo define Amós Oz:"Amijai nos recuerda que la cultura de Israel no habita la sinagoga, no vive en las sagradas sepulturas, sino en nuestra lengua, por todas las generaciones. La cultura de Israel no reside en algún Shulján Aruj o en la orden de afeitar el cabello de las mujeres piadosas, sino que habita la lengua hebrea.
Desde este punto de vista, Amijai fue un amigo de la casa y también el dueño de casa de la cultura hebrea."

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