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viernes, 25 de julio de 2014

Misceláneas judías para la pausa del Sábado

27 de Tamuz de 5774

¡Basta!
A propósito del conflicto palestino-israelí

No tenemos dudas en decidir de qué lado estamos. Pero dejémoslo claro. No es tan simple la obvia elección. Cuando decimos, con las vísceras sobre la mesa, para que las palabras queden grabadas en el espacio y en el tiempo, no hablamos sólo de Israel. Aparecen en el mismo momento, una proliferación de conceptos que son vivencias, que pueblan los recintos diastólicos de nuestra existencia. Es la historia, es un sueño de 2.000 años que en el ´48 se hizo posible. Es un país nuevo con pasado milenario que nos incumbe y que no se contradice; son los valores que circundan y protegen la vida ante cualquier circunstancia. Digámoslo otra vez, con más fuerza, si cabe: protegen la vida. Proteger la vida en la tierra del pueblo judío. ¿De qué se trata esta forma de protección en estos momentos? Pongamos un ejemplo. Elijamos el país que uno quiera. El nuestro u otro conocido. De pronto caen sobre su geografía, día tras día, centenares de misiles cargados de muerte, para dar cumplimiento a una consigna de origen: destruirlo, matar a su gente, arrojarlos de la tierra. Es la principal meta del agresor. Es una necesidad potenciada por el fanatismo en un encuadre religioso que no admite la más mínima alteración. De cara a ello, los muertos que podría provocarles este delirio, pareciera carecer de importancia. Por el contrario: son héroes. ¿Cuál sería la respuesta a semejante agresión? No son muchas. Destruir los emplazamientos de los misiles, esten donde esten. Pero si hablamos de Hamas, los hechos se complican mucho. Hasta lo inverosímil. Los misiles se disparan desde lugares habitados por civiles: hombres, mujeres, niños, familias, escuelas, hospitales. ¿Cómo se llega a programar de esta manera?
Ninguna contienda conocida, antes y ahora, llegó a tal grado de locura. Hamas expone al pueblo palestino en lugar de protegerlo. Una minoría de terroristas usa como refugio a su propia gente. Difícil pensar en un encuadre más siniestro. La tragedia ya no es shakespiriana. Es entre pueblos. Israel no tiene otra alternativa que defender a su gente. Toma partido en representación de la vida en un encuadre que desata la muerte. Israel tiene enorme experiencia en cuidar la vida de sus habitantes judíos o árabes o quienes sean. Sin diferenciarlos. Un sólo muerto es una tragedia irreparable.
La historia ha demostrado hasta el hartazgo que si el terrorista no mata, se queda sin tarea. No tiene sentido su existencia. La paz no figura en ninguno de sus planes. Primo Levi se preguntaba ¿si esto es un hombre? La dramática respuesta es afirmativa. Golda decía: “nunca les perdonaré que nos obliguen a matar a su propia gente."
Volvamos al principio:
La Declaración de la Independencia del Estado Judío dice en uno de sus párrafos: “Ofrecemos la paz y la amistad a todos los Estados vecinos y sus pueblos y los invitamos a cooperar con la Nación judía e independiente para el común beneficio de todos...”
Desde la guerra de liberación a la fecha no ha habido un sólo día real de paz. Esa fue y sigue siendo la tremenda respuesta.
Estos contenidos reflejan sumariamente algunos aspectos del acontecer geopolítico de Medio Oriente.
Pero, cuando hablamos de tragedia, a partir de la más elemental consigna humanista, la confrontación bélica en sí, por más consideraciones y responsabilidades que se hagan, tiene como hecho central e ineludible a la muerte. Esto es una resultante que atañe, en definitiva, a ambos pueblos. La pregunta en el trágico siglo XX y ahora entre israelíes y palestinos es: ¿Cuántos muertos se necesitaran para que esto llegue a su fin? ¿ Es la única forma?

Permítanos apelar a un profeta de la paz. A Itzjak Rabin*1, asesinado por defenderla:
Nosotros, los soldados que hemos visto a nuestros compañeros y amigos asesinados delante de nuestros ojos, nosotros que hemos asistido a sus funerales y no podemos mirar a sus padres a los ojos, nosotros que hemos venido de una tradición en que los hijos entierran a sus padres, nosotros que hemos luchado contra ustedes los palestinos, nosotros les decimos en voz fuerte y clara: ¡Basta!
Nosotros, como ustedes, somos personas que quieren construir un hogar, plantar un árbol, amar, vivir dignamente, con empatía, como seres humanos, como hombres libres. Hoy estamos dando una oportunidad a la paz...” *2


Gerardo Mazur



*1 Visitante ilustre . Estuvo en Hebraica en 1970. En el Teatro SHA, nos habló de la paz.
*2 Fragmento de su discurso sobre la coexistencia.




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