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Mensaje a un negro desconocido
De León S. Pérez
Un sitio donde acaba el color y empieza el alma,
negro, escucha,
escucha abandonando tu blanco fantasma inveterado.
Un sitio donde acaba el látigo y empieza la guitarra,
negro, escucha,
escucha abandonando tu aurora de patrones ajenos,
escucha abandonando tus dioses sojuzgados.
Sólo un lugar, sólo un tiempo,
solamente otro pueblo como el tuyo,
y otros nombres tan distintos e idénticos,
pueden dar a tus lágrimas
exactísimo espejo,
pueden dar a tus quejas
bronces de purísimo eco.
Somos los más sólidos,
los que están por ello más abajo,
nos parecemos en los finales zumos
de todo lo humanamente hecho.
Negro, a ti te llega,
como a mí, judío,
el cartabón de la locura,
la espada del dolor ardiendo,
el insufrible llanto que sufrimos,
la pregunta universal y sobrehumana:
¿Cómo, aún de pie, cómo?
Despierta tú también de tus azogues,
de tus gritones banderines rojos,
de tus zapatos que marcan una música
letal al corazón y a tu coraje.
Ven a vernos; ardientes, fantasmales,
-
¡atrás los de rodillas! –
sin dejarnos echar la palada postrera,
sin dejar que terminen ese ataúd a medias fabricado.
Puedo decirte desde aquí,
lejos, de noche a noche;
-
Negro, tenemos algo
del corazón de la montaña.
Sólo un sitio donde acaba el color y empieza el alma,
sólo un pueblo que puede dar al llanto negro
exactísimo espejo,
al largo camino de sus quejas
bronces con una aurora
de purísimo eco.
**************
León S. Perez. Poeta judeo-argentino. Este poema se publicó por primera vez
en la revista literaria DAVAR de la Sociedad Hebraica
Argentina, en el año 1947, cuando Perez era un joven poeta. Luego publicaría sus libros “El pacto rojo”, “Israel
de septiembre” y “Los días del hombre mil”.
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