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Un árabe en el sótano (1)
de Zippi Sharoor
Le conté a Ibrahim, el lavacopas de la
cafetería Satwa en la que soy mesera, acerca de las ratas que
pululan en el sótano de mi casa y roen el libro El Cantar de los
Cantares.
- No tengo ningún problema en desalojar
a tus roedores – dijo Ibrahim, a quien en la cafetería llaman Eibi
– me los llevaré junto con sus excrementos, solo si hablas con
Shmil para que me traslade al mostrador.
Eibi ya había detectado la preferencia
que Shmil siente por mí.
- Tengo cierta antigüedad, pero sigo
clavado en la cocina, porque soy árabe.
Hablé con Shmil. Las ratas continuaron
royendo líneas completas del papel cromo mate, 150 miligramos,
encuadernación de 350 miligramos, laminación artesanal francesa,
con relleno hebreo dinámico. Eibi no obtuvo su ascenso en la
cafetería Satwa, se enojó y me dijo en voz baja que, si fuera un
poco más musulmán, se convertiría en un shahid (terrorista suicida) y haría explotar
la cafetería, junto con todos aquellos que vienen de la India y de
Sudamérica, y se la pasan sentados allí, drogados por los porros y
la hierba que Shmil les vende. Y que él no crea que no ve lo que
sucede; una palabra suya y lo liquida.
- ¿Qué crees... que no me doy cuenta de
que la mitad de los que se encuentran acá están enloquecidos por
las pastillas y los hongos alucinógenos?
Fuera de eso, Eibi no cree que 70
vírgenes lo esperen porque ya no hay 70 vírgenes, ni siquiera en
toda su aldea.
- ¿Qué me miras así? No hablaba en
serio, ¿parezco tan chiflado? Es que quiero ser actor.
Eibi estudia teatro en un centro
comunitario en el sur de Tel Aviv, es lo que puede permitirse y lo
que le conviene por las horas de trabajo en la cafetería.
- Entretanto, esto me alcanza y quizás,
allí, alguien me descubra – explica.
El opina que su acento árabe lo ayudó
a ser aceptado en el elenco.
- Están montando una obra sobre la
convivencia esa que ustedes inventaron, tal vez por eso recibamos más
apoyo de la Municipalidad y de una organización internacional. La
directora dijo que había una fundación especial dedicada a obras de
teatro de este tipo. Dios existe, como dicen ustedes, porque yo les
caí justo en el momento preciso.
El teatro calma su necesidad de
vengarse de Shmil y de los vagos de Satwa.
- Es por mi laicismo árabe – se ríe.
Al final de la conversación, en la que
esencialmente habló él, nos hicimos un poco amigos, le prometí ir
al estreno y quién sabe, tal vez lograse convencer a Shmil de que lo
promueva. Me contó que ese día asistiría el alcalde, los que
hicieron la donación y algunos personajes importantes del mundo del
teatro. Por su parte, él llevaría a su madre, su hermana y su
hermano gemelo.
- Pero no esperes demasiado... - dijo –
no te olvides que no es teatro profesional.
En el descanso, entre los turnos, Eibi
se sienta a mi lado y aprovecha cada oportunidad para hablar sobre la
obra de teatro comunitario. Ensaya conmigo algunas escenas y asegura
que tengo cabeza artística.
- Podrías ayudarnos a escribir el texto.
Lo escribimos nosotros mismos. Yo interpreto el papel del muchacho
árabe bueno, que pasa de casualidad junto a un jardín de infantes,
en el momento exacto en que llega un terrorista árabe, que pretende
hacer explotar el jardín y a los niños pequeños.
- Entonces tú evitas la catástrofe –
digo con cinismo, pero me arrepiento, porque él responde con
seriedad.
- Yo, es decir, el árabe bueno, soy
herido y después la policía de Israel me otorga una medalla al
mérito. Pero no es tan simple como piensas, él se recupera, pero en
el hospital se enamora de una enfermera.
- ¿Una enfermera judía?
- ¡Por supuesto! Es una obra política,
no una telenovela. Convivencia, como a ustedes les gusta. ¿Entiendes
lo gracioso del asunto? En el teatro interpreto el rol de alguien que
salva niños judíos y ayer a la noche, cuando regresé del ensayo,
el dueño del departamento me echó porque descubrió que yo era
árabe. Hablo contigo sobre la convivencia, mientras mi cabeza está
ocupada en resolver dónde iré a dormir esta noche. Si viajo a la
aldea, no lograré llegar a tiempo mañana al trabajo.
- Tengo un sótano, pero con ratas.
¿Quieres vivir allí mientras tanto?
- No temo a las ratas. Te dije que iba a
sacártelas.
- No hay muebles allí. Solamente libros.
- Tengo un televisor, una cama y un
pequeño armario. ¿Hay suficiente lugar para eso en el sótano?
Eibi expulsó a las ratas del sótano,
raspó los granos de excrementos que se había secado sobre le suelo,
juntó los restos de papel roído, lavó, aireó, extendió una
alfombra, colocó un colchón que había traído consigo de la aldea
y lo cubrió con una manta a rayas aterciopelada, que había recibido
de su hermana. Colgó de la pequeña ventana la longi que había
tomado de la cafetería y sobre la pared expuso la foto de una
belleza hindú, que lucía un sari verde. Colocó el pequeño armario
junto a la pared y, sobre el piso, el televisor blanco y negro.
- Te armaste un hermoso departamento –
dije – Puedes disponer de mi cocina, el servicio y la ducha, y
también puedes mirar películas en un televisor “normal”.
Eibi me preguntó si me parecía
correcto que un árabe se sentase sobre mi cama y mirase conmigo
televisión.
- Mientras mi madre no lo vea, es
correcto – respondí.
- A veces creo que eres buena conmigo,
solamente porque soy árabe.
- ¿Qué es la convivencia? ¿Algo más
que esto? Míranos, sentados descalzos, juntos, sobre la cama, con
las piernas levantadas, observando el mismo programa de televisión,
comiendo maníes del mismo plato, sorbiendo cerveza de la misma
botella y riéndonos y emocionándonos de este programa para
retardados.
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(1) fragmento del libro Almas gemelas, Editorial Gvanim, 2007.
Este fragmento fue publicado en la antología El libro de la paz, compilado por Yaron Avitov (Ecuador, 2010), con traducción de Tamara Rajczyk.
El libro de la paz reúne, por primera vez a escritores israelíes - judíos y árabes - en un proyecto literario por la paz, a través de relatos y poemas escritos por los escritores más representativos de Israel
Zippi Sharoor nació en Tel Aviv. Es escritora, poeta, editora de la revista de la Asociación de Escritores de Israel y coordina talleres de escritura. Ha publicado mas de una veintena de libros. Obtuvo cinco premios literarios y ha sido traducida a varios idiomas.
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