21 de Adar I - 5774
Política de las lenguas judías:
entre la etnia y la nación * de Cyril Aslanov
(fragmento)
Teodoro Herzl no asoció su proyecto de
restauración de un Estado judío a la resurreción del idioma
ancestral. En su escrito teórico Judenstaat, el visionario
del Estado judío afirmaba que la lengua oficial del país tenía que
ser aquella que se impusiera naturalmente por su carácter práctico.
Adviértase, además, que la inmigración de Eliezer Ben Yehuda a
Jerusalém en 1881, que fue verdaderamente el acto de nacimiento del
hebreo moderno, se produce dieciséis años antes que el Congreso de
Basilea. No obstante, la empresa sionista no tardó en coincidir con
el proyecto de generalizar el uso del hebreo a todos los niveles de
la comunicación y a todas las funciones sociolingüísticas. Cuando
la visión de Herzl se concretó a nivel político con la gran ola
inmigratoria de 1905 (la segunda aliá), ya estaba preparado el
terreno para que el hebreo sirviera de lengua vehicular entre los
diferentes judíos establecidos en Palestina.
Evidentemente, el idish no dejó de ser
una lengua muy utilizada en el primer establecimiento judío en
Tierra Santa. Pero su conservación sería el resultado de una cierta
inercia lingüística. Por el contrario, el uso del hebreo por gente
cuya lengua nativa era el idish reflejaba un fuerte voluntarismo,
comparable a nivel lingüístico al voluntarismo político de los
pioneros de la restauración nacional en la tierra ancestral.
Entonces, la rivalidad entre el idish y el hebreo comenzó a
coincidir aproximadamente con la oposición ideológica entre
sionismo y bundismo.
A medida que el proyecto sionista se
concretaba, el uso del idish parecía no solo retrógrado, sino
también antipatriótico. Los jóvenes ya nacidos en la Palestina
británica se avergonzaban de sus padres y de sus abuelos, que aún
hablaban el idish, al menos en la esfera privada. De esta forma,
además de reflejar una oposición ideológica entre bundismo y
sionismo, la preferencia a favor del hebreo surgió como
manifestación de rebelión juvenil. Dentro de la nueva sociedad
pionera que los sionistas procuraban crear dentro de la Palestina
británica, grupos de adolescentes manifestaban en las calles de
Jerusalem o Tel Aviv con pancartas en las que se leían eslóganes a
favor del uso exclusivo de la lengua hebrea. El más conocido era:
yehudí, daber ivrit! (¡judío, hable hebreo!). La
identificación de la juventud con el uso vernáculo del hebreo
revela el carácter profundamente revolucionario del proyecto del
renacimiento del idioma ancestral. Si el sionismo político de los
años 1900-1948 fue un movimiento de índole revolucionaria e
izquierdista, el equivalente de este proyecto en el ámbito
sociolingüístico surge como una verdadera revolución cultural. No
es fortuito que a través de la oposición entre hebraístas e
idishistas se expresara también un conflicto cultural muy intenso
entre judíos de observancia estricta y pioneros totalmente
laicizados, para los cuales el hebreo no era una lengua santa.
El hecho de que los no menos laicizados
bundistas de Europa Oriental y los judíos ortodoxos conicidieran con
su negativa al hebreo como lengua nativa se debió a una convergencia
objetiva que no refleja ninguna coincidencia ideológica. La razón de la oposición ortodoxa al uso vernáculo del hebreo es solamente
religiosa. Como el hebreo es una lengua santa, utilizada en la
liturgia sinagogal y en los libros sagrados, su vernaculización la
expondría a una banalización sacrílega. Hasta una fecha bastante
reciente, no era raro ver carteles escritos en hebreo que prohibían
el uso de la lengua santa al nivel trivial de la comunicación oral.
Lo más paradójico de esta oposición al uso vernáculo del hebreo
fue que la prohición estaba formulada en hebreo. Así, se leía en
hebreo que estaba “prohibido hablar en la lengua de la santidad”
(asur ledaber bileshon ha-kodesh). De modo que, en la guerra
entre los idiomas, la confrontación entre idishistas y hebraístas
era al menos doble: oponía a los hablantes de hebreo tanto a los
bundistas de Europa Oriental como a los piadosos judíos ortodoxos,
sin que los dos campos del idishismo hiciesen causa común.
El Holcausto flageló cruelmente a las
comunidades judías de Europa Oriental que constituían la masa más
considerable de hablantes del idish. Aún en las zonas controladas
por los soviéticos, esta lengua padeció la represión asesina que
Stalin desencadenó contra los escritores de expresión idish. No
menos de seis representantes de la literatura idish de la Unión
Soviética (Der Nister, David Hofstein, Iztik Fefer, Leib Kvitko,
David Bergelson, Péretz Markish) fueron fusilados en 1952. El
idioma, empero, siguió siendo reconocido como una de las lenguas
oficiales de la Unión. La coexistencia con el ruso, lengua dominante
a nivel federal, y con las distintas lenguas étnicas de la URSS, era
siempre muy desigual y desfavorable para el idioma
minoritario.Jurídicamente, el idish se hallaba en el nivel de los
idiomas étnicos sin base territorial o con una base territorial
completamente ficticia. En efecto, la República de Birobidzhan, cuya
lengua oficial era el idish, nunca tuvo una mayoría judía. El ruso,
en cambio, no solo era la lengua común de la federación entera,
sino también el idioma de la nacionalidad rusa, la más favorecida
en la sociedad soviética.
(…)
En el ámbito soviético, el idish
logró sobrevivir únicamente entre la generación nacida antes de la
Segunda Guerra Mundial. El exterminio de grandes cantidades de judíos
en Bielorrusia y en Ucrania en los primeros meses de la invasión
alemana en 1941, la dispersión de los sobrevivientes hacia las zonas
orientales de la URSS, que rompió la continuidad espacial y
generacional de la idishofonía, y la competencia desigual entre le
ruso y el idish provocaron la declinación de la práctica de la
lengua ancestral. Además, el despertar de la identidad judía en la
URSS en los años 1970 y 1980 se manifestó a nivel lingüístico a
través de una focalización en el hebreo, el idioma prohibido, y no
en el idish, vieja lengua agonizante, solo hablada por personas
mayores. De esta forma, la lengua étnica ancestral ni siquiera logró
sobrevivir en la Unión Soviética, en la que se prefería el idish
al hebreo por razones políticas.
(…) El idish, que en vísperas del
Holocausto casi se había vuelto la lengua más representativa del
pueblo judío, perdió esta prerrogativa en la mayor parte del mundo
judío. Los pronósticos en cuanto a su supervivencia no son
optimistas, a pesar de los grandes esfuerzos que últimamente se han
llevado a cabo, tanto en las diásporas como en Israel, para
preservar la herencia lingüística y cultural del idish.
La declinación del idish en la segunda
mitad del siglo XX revela, en contraste, la importancia de la
estructura estatal para la preservación del idioma. El hecho de que
desde 1922 el hebreo funcionara como lengua oficial del embrión de
Estado constituido por la comunidad judía de la Palestina británica
le dió una extraordinaria ventaja con respecto al idish, portador de
una identidad étnica y no estatal, en el marco siempre más hostil
de la Europa Oriental.
La desaparación progresiva del uso de
la lengua idish en las diásporas del mundo libre se debe, entre
otros factores, a la integración de la etnicidad judía en la nación
moderna. Una vez que las comunidades de inmigrantes se hicieron
reconocer como ciudadanos de pleno derecho pertenecientes a una
tradición religiosa, la función del idish como portador de
identidad étnica perdió su razón de ser. Ni el reciente
renacimiento de la etnicidad en los Estados Unidos logró frenar la
inexorable declinación del idish en el ámbito diaspórico. Las
primeras señales del despertar de la etnicidad en los años 1970
llegaron demasiado tarde para salvar al idioma agonizante... Debido a
la sionistización de la identidad judía y a la rejudaización de la
ideología sionista, el hebreo asumió una función clave como agente
identitario, además de su función principal de lengua oficial del
Estado de Israel.
- Artículo publicado en: Skura, Susana (compiladora), Reflexiones sobre el idish, Sholem Buenos Aires, Buenos Aires, 2012.Este libro se encuentra disponible en nuestra Biblioteca
Cyril Aslanov ( Francia, 1964)
es lingüísta graduado en La Sorbona. Se desempeña como profesor
de Lengua, Lingüística y Literatura Francesa en la Universidad
Hebrea de Jerusalem.
Ha dictado seminarios de posgrado y
doctorado como profesor visitante de la Universidad de Buenos Aires,
la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Moscú
y la Universidad de San Pablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario