"Shabat" de A. Y. Heschel (extractos)
El judaísmo es una religión del
tiempo que aspira a la santificación del tiempo. Contrariamente al
hombre con conciencia de espacio para quien el tiempo es invariable,
reiterativo, homogéneo, y para quien todas las horas son iguales,
indefinidas, cáscaras sin contenido, la Biblia tiene conciencia del
carácter diversificado del tiempo. No hay dos horas iguales. Cada
hora es incomparable y es la única que se da en el momento,
exclusiva e infinitamente preciosa.
El judaísmo nos enseña a ajustarnos a
la santidad del tiempo, a estar pendientes de acontecimientos sacros,
a consagrar santuarios que emergen del sublime devenir del año. Los
shabatot son nuestras grandes catedrales, y nuestro Sanctum Sanctorum
es un santuario que ni los romanos no los griegos lograron quemar.
(...)
Todos estamos fascinados con el
esplendor del espacio, con la grandiosidad de los objetos en el
espacio. “El objeto” es una categoría que pesa en nuestras
mentes, tiranizando todos nuestros pensamientos. Nuestra imaginación
tiende a moldear todos los conceptos a su imagen. En nuestra vida
diaria atendemos primero a aquello que los sentidos nos revelan: lo
que los ojos perciben, los dedos tocan. Para nosotros, la realidad se
traduce en objetos, formados por sustancias que ocupan espacio. Hasta
Dios es concebido por muchos de nosotros como un objeto.
El resultado de nuestra conciencia de
los objetos es nuestra ceguera a toda realidad que de primera
intención no se identifica como un objeto. Ello resulta obvio en
nuestra comprensión del tiempo, que siendo no cosa e insustancial,
se nos aparece como carente de realidad.
Efectivamente, sabemos qué hacer con
el espacio pero no sabemos qué hacer con el tiempo, salvo
subordinarlo al espacio. Muchos de nosotros nos afanamos en aras de
conseguir cosas materiales. Como resultado, padecemos de un temor del
tiempo profundamente enraizado y nos quedamos pasmados cuando nos
vemos obligados a mirarlo a la cara. El tiempo es para nosotros un
sarcasmo, un monstruo astuto y traicionero con fauces, como un horno
que incinera cada momento de nuestras vidas. Retrayéndonos, pues, de
afrontar el tiempo, buscamos refugio en los objetos del espacio; las
posesiones se transforman en símbolos de nuestras represiones,
júbilo o frustraciones. Pero, los objetos del espacio no están
hechos a prueba de fuego, sólo agregan combustible a las llamas...
Es imposible para el hombre eludir el
problema del tiempo. Cuanto más pensamos, más nos damos cuenta: no
podemos conquistar el tiempo a través del espacio. Sólo podemos
dominar el tiempo en términos de tiempo.
(…)
Tiempo y espacio están mutuamente
relacionados. Pasar por alto a cualquiera de ellos es ser
parcialmente ciego. Lo que condenamos es el sometimiento
incondicional del hombre al espacio, su esclavización a las cosas.
No olvidemos que no es el objeto lo que da significación al momento;
es el momento el que presta significación a los objetos.
(…)
La Biblia muestra más interés por el
tiempo que por el espacio; ve el mundo en la dimensión del tiempo.
Presta más atención a las generaciones, a los acontecimientos, que
a países, a cosas. Se ocupa más de historia que de geografía. Para
entender las enseñanzas de la Biblia, se debe aceptar su premisa que
el tiempo tiene una significación para la vida que es por lo menos
igual a la del espacio; que el tiempo tiene significación y
soberanía por derecho propio...
(…)
En tanto que las fiestas celebran
acontecimientos que han ocurrido en el tiempo, la fecha del mes
asignado a cada fiesta dentro del calendario está determinada por la
vida dentro de la naturaleza. Pesaj y la fiesta de las Cabañas, por
ejemplo, coinciden con la luna llena, y la fecha de todas las
festividades es un día en el mes, y el mes es el reflejo de lo que
ocurre periódicamente en el reino de la naturaleza, puesto que el
mes judío comienza con la aparición de la luna nueva, con la
reaparición del cuarto creciente en el cielo nocturno. En contraste,
el Shabat es completamente independiente del mes y no tiene relación
alguna con la luna. Su fecha no se determina por ningún
acontecimiento de la naturaleza, como ser la luna nueva, sino por el
acto de la creación. La esencia del Shabat está completamente
desprendida del mundo del espacio.
La significación del Shabat es
celebrar el tiempo más que el espacio. Seis días de la semana
vivimos bajo la tiranía de los objetos en el espacio; en el Shabat
tratamos de estar en armonía con la santidad en el tiempo. Es un día
en el cual se nos invita a compartir lo que es eterno en el tiempo, a
retornar de los resultados de la creación al misterio de la
creación, del mundo de la creación a la creación del mundo.
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Abraham Joshua Heschel (Varsovia, 1907 - Nueva York, 1972) fue un prominente
Heschel explica muchas facetas de pensamiento judío medieval y moderno, incluido estudios sobre filosofía, cábala y jasidismo.
Heschel vio las enseñanzas de los profetas hebreos como un llamamiento para la acción social en los Estados Unidos y activó en el movimiento de derechos civiles y en contra de la Guerra de Vietnam.
Su obras más conocidas son:
- La tierra es del Señor (1950).
- Preguntas del hombre a Dios: estudios sobre oraciones y simbolismos (1954).
- Dios en busca del hombre: una filosofía del judaísmo (1956).
- Los profetas (1962).
- El Shabbat, su significado para el Hombre moderno (1956)