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Lunes a Viernes de 13.00 a 19.00 hs. 1 Piso de la Sociedad Hebraica Argentina - Sarmiento 2233

viernes, 30 de agosto de 2013

MIsceláneas judías para la pausa del Sábado



24 de Elul de 5773
Shaná Tová Umetuká!!!
 
Los tiempos de Avot (fragmento)
de Iehoshua Faigón *


El Año Nuevo y el Día del Perdón, la pequeña comunidad judía de la ciudad sureña se congregaba íntegra en la sinagoga. Al frente de los oficios religiosos estaba el padre de Avot. Mientras los mayores imploraban la misericordia divina, los niños - puestos  de punta en blanco – solían jugar en el patio, con avellanas.
Llegado a la pubertad, Avot tomó la religión más seriamente. Ya no deseaba pasar esos días jugando con sus iguales, sino rezando a la par de los mayores, por más que no le resultaba sencillo: no estaba habituado a los caracteres hebreos, le costaba seguir el ritmo de los demás. Sólo cuando algún judío versado en los textos sagrados reemplazaba al padre en el púlpito, éste podía rezar al lado de sus hijos, haciéndoles más fácil la lectura con su clara dicción. Cuando el padre hacía sonar el shofar, los tres hermanos varones, junto a su pupitre, cambiaban miradas de inteligencia con las tres hermanas mujeres que, al lado de la madre, en el sector femenino contiguo, seguían con ellos, con igual suspenso, las alternativas de la difícil prueba. Tras algunas tentativas, el padre terminaba por salir invariablemente airoso, no sólo para tranquilidad de la grey, sino también para gloria de la familia.
Fue precisamente allí, en el sagrado marco del dominio omnipotente de lo divino, que la naciente fe de Avot habría de sufrir la conmoción de la que jamás lograría reponerse. Otra vez había llegado el Iom Hatruá, el Día de la Santa Convocación, que era el Año Nuevo, Día del Juicio, aquel en el que se inician los diez días aciagos de penitencia a cuyo término se decide la suerte de todos, para bien o para mal. Su padre oficiaba junto a la pared oriental – la que marca la dirección de Sión – y Avot se había acogido al amparo de uno de los ancianos que rezaba en voz alta, de prisa, pero no sin unción. Bajo sus gruesas gafas, los ojos cansados del longevo – conocedores del llanto -  volaban sobre los caracteres cuadrados mientras la reverente mirada del niño, tensa de gravedad y de suspenso, se esforzaba en seguir su ritmo. De pronto, el provecto feligrés, sin más ni más, ajeno por completo al fervor del adolescente, dio vuelta un considerable número de páginas hasta llegar a la apertura de un nuevo grupo de oraciones y, aplicando con la palma de la mano un sonoro golpe sobre el libro, como para domar de antemano la protesta de los rezos salteados, se sentó a descansar, dejando a la sinagoga entera con todos sus fieles de pie meciéndose en hondo recogimiento.
Avot quedó despavorido. Tomado de sorpresa por lo que él juzgó una abominable desconsideración para con Dios y para con todos los fieles – incluyendo a su padre – no podía dar crédito a lo que acababa de suceder. Pensó desandar lo andado – es decir, lo salteado – reencontrando la página de la oración trunca, pero su compañero de rezos no se lo permitió:
“Esperemos a que lleguen acá” le dijo – indiferente a su angustia – con un tono definitivo, tanto más inapelable cuanto que su pesada mano, como si fuera un diabólico candado, impedía el acceso a la salvación. Avot pensó que Dios mismo debía intervenir para aplicar al blasfemo su castigo. Pero nada ocurrió. Y por una sustitución que recién muchísimo más tarde se le haría más clara, en lugar de dudar del hombre, puso en duda a Dios. Su fe religiosa se fue deteriorando a partir de entonces, hasta desaparecer por completo. Andando el tiempo habría de reconciliarse con Dios, aunque sin restituirle sus prerrogativas omnímodas.
Contrariamente a los jóvenes de su edad, Avot no celebró el rito de su llegada a la pubertad. Para los judíos, el ietzer hatov – algo así como los buenos instintos, que son los del cumplimiento del deber – nace con la aceptación, por parte del adolescente, de sus deberes de observante. Liberando al padre, el púber asume su propia responsabilidad ante Jehová y comienza a cumplir día a día los preceptos que, incontables, están dispersos en los textos sagrados, y que la tradición resume fantasiosamente en seiscientos trece: trescientas sesenta y cinco abstenciones, como el número de los días del año, y doscientas cuarenta y ocho acciones, cual el número de las vísceras del cuerpo. La explicación de que Avot no comulgara estuvo en su progenitor. Sin dejar de ser un sincero creyente, la fe de este no se expresaba tanto en la observancia de los ritos cuanto en su conducta y en su erudición. El no cesaba de destacar la importancia del estudio:
“Maimónides” – recordaba – “sostuvo que el mundo entero subsiste gracias al aliento de los niños que estudian la Torá. Entre todos los preceptos, ninguno es tan importante como el estudio del Libro, que equivale a cumplir todos los demás. Nuestros sabios nos enseñaron que hay que excomulgar a los varones de la ciudad que no provee de maestros a sus niños”.
Y así, mientras soñaba con el ascenso de la familia entera a la Tierra de Israel, se aplicaba a estudiar la Torá y abonar el estudio con las acciones, porque no la doctrina, sino el acto, es lo esencial y porque aquel cuyas acciones sobrepasan a su sabiduría, conserva ésta, mientras que aquel cuya sabiduría excede a sus acciones, la pierde.

                                                                *************
Iehoshua Faigon nació en Colonia Clara (Entre Ríos), en 1924.Se graduó de abogado en La Plata. A los 27 años se integró al kibutz Ramat Hashofet y desde 1969 vive en Jerusalem.
Fue una importante figura del sionismo en la Argentina y después en Israel.  Perteneció al Hashomer Hatzair-Mapam y estuvo ligado al periódico Nueva Sion.
Periodista de aguda prosa e incansable divulgados del sentimiento y la razón judías, Faigón publicó en 1984, en Buenos Aires, la novela Los tiempos de Avot. De la primera parte de esta novela extraemos el fragmento reproducido, testimonio de un momento histórico y de una camada de jóvenes que encontró su verdad en la relación humana y vital con el joven Estado hebreo.

Nuevo Ciclo de Cine y Literatura


La historia en el cine y la literatura
Coordinador: Mario Méndez
 
Objetivos: 

Realizar un recorrido, en la literatura y el cine, por las diferentes maneras en que los artistas se han apropiado de los acontecimientos históricos, convirtiéndolos en obras de ficción. Para ello, nos proponemos leer y ver, disfrutar y analizar, de un libro y una película para cada edad de la Historia. Antigüedad clásica, Medioevo, Edad Moderna, Edad Contemporánea y la historia más reciente, del siglo XX. Reflexionar acerca de las diferencias y semejanzas entre los modos de narración literarios y cinematográficos.

Primer encuentro. Miércoles 14/8/2013
Presentación del Ciclo. Los orígenes. La prehistoria. Narración oral de un cuento de narrativa histórica. Charla sobre cine, literatura e historia. Proyección de La guerra del fuego (1981) dirigida por Jean-Jacques Annaud o Ao, el último neandertal (2010), dirigida por Jacques Malaterre.

Segundo encuentro. Miércoles 21/8/2013
Antigüedad clásica: Lectura y análisis de Espartaco, de Howard Fast

Tercer encuentro. Miércoles 28/8/2013
Proyección de Espartaco, película de Stanley Kubrick (1960)

Cuarto encuentro. Miércoles 18/9/2013
Medioevo: Lectura y análisis  El nombre de la rosa de Umberto Eco.

Quinto encuentro. Miércoles 25/9/2013
Proyección de El nombre de la rosa, de Jean Jacques Annaud. (1986)

Sexto encuentro. Miércoles 2/10/2013
Edad moderna: Lectura y análisis de Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas.

Séptimo encuentro. Miércoles 9/10/2013
Los tres mosqueteros, película de Richard Lester (1974).

Octavo encuentro. Miércoles 16/10/2013
Edad contemporánea: Lectura y análisis de Misteriosa Buenos Aires. Cuentos de Mujica Lainez.

Noveno encuentro. Miércoles 23/10/2013
Proyección de De la misteriosa Buenos Aires (1981), tres cortometrajes reunidos en un homenaje al libro Misteriosa Buenos Aires: "El hambre"  dirigido por Alberto Fischerman, “La pulsera de cascabeles", de Ricardo Wullicher y "El salón dorado" de Oscar Barney Finn.

Décimo encuentro. Miércoles 30/10/2013
Siglo XX: la historia más reciente.
Lectura y análisis de Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway.

Undécimo encuentro. Miércoles 6/11/2013
Proyección de Por quién doblan las campanas, de Sam Wood (1943).




De Agosto a Noviembre, los miércoles de 19:00 a 21:00 hs.
Lugar: Biblioteca Popular "Alberto Gerchunoff"

Sociedad Hebraica Argentina, Sarmiento 2233, CABA

Informes e inscripción en Biblioteca o cultura@hebraica.org.ar
Actividad libre y gratuita
 


Continúa “LA AVENTURA DEL ARTE MODERNO”



Ciclo a  cargo del Arq. ADRIAN BARCESAT *

CONTENIDO: Ciclo sobre el arte moderno y contemporáneo desde los comienzos del impresionismo hasta la actualidad.
Un recorrido por la totalidad de las manifestaciones artísticas del período: pintura, escultura, música, arquitectura, danza, poesía y cine.

Se trabaja sobre los nexos entre dichas expresiones indagando las inquietudes subyacentes en cada período que se manifiestan en todas ellas, mediante la proyección de imágenes, música y videos que ilustran las ideas que se plantean.
El Módulo 2 consta de cuatro encuentros según el siguiente temario:

Módulo 2

Lunes 23 de Septiembre
EL PATHOS EXPRESIONISTA II
Expresionismo de Viena y de Munich: Der Blaue Reitter
Arquitectura, Cine y Escenografía
La Danza expresionista: Dore Hoyer
Hacia la Abstracción y el Atonalismo: Kandinsky y Schonberg

Lunes 30 de Septiembre
LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA REALIDAD
Cubismo y Purismo
Le Corbusier y L´Esprit Nouveau
Satie y el Grupo de los Seis

Lunes 7 de Octubre
LA ANTICIPACIÓN FUTURISTA
Movimiento, Maquinismo y Modernidad
La imaginería arquitectónica
El descubrimiento del ruido

Lunes 14 de Octubre
LAS CORRIENTES CONSTRUCTIVAS Y LA EXPERIENCIA SOVIÉTICA
Constructivismo y Suprematismo
Eisenstein y Prokofiev
Die Stijl y el Neoplasticismo


MATERIAL: Proyecciones, videos, música. Se entregan resúmenes de cada clase y bibliografía adicional a quién lo solicite.
* Síntesis curricular del Arq. Adrián Barcesat
 ADRIAN BARCESAT es arquitecto y profesor de Historia del Arte. Ha sido Profesor de Historia del Arte y la Arquitectura Moderna y Contemporánea en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA.



Los lunes a las 19.00 hs.
En Biblioteca Popular “Alberto Gerchunoff”

Informes e inscripción en Biblioteca o cultura@hebraica.org.ar
4127-2273
Actividad gratuita para socios
No socios: $50.- por clase.

viernes, 2 de agosto de 2013

Misceláneas judías para la pausa del Sábado



26 de Av de 5773
Bellezas del Talmud de Rafael Cansinos-Assens
Fragmento de su prólogo

El Talmud es la colina de transfiguraciones en que el alma hebraica se nos manifiesta con una belleza sutil y luminosa como la de Cristo en el Tabor; el túmulo de duelo en que, como el Edipo de las Traxinias, se sienta para ceñirse la aureola de la serenidad. El Talmud completa maravillosamente la visión azogada de la Biblia como la Odisea homérica templa y suaviza con aires de mar en otoño el terrible estío bélico de la Ilíada. Porque si la Biblia es una teogonía y está llena del espíritu terrible y severo, duro e implacable, de las epopeyas divinas, y es la ley del Talión y de los sacrificios materiales en que se derrite grasa de víctimas y representa toda la agobiante solidez del primer templo, el Talmud es un libro humano que no han inspirado los dioses, cuyas revelaciones salen llameando de sus fauces, como su hálito terrible, que consume las zarzas, sino el sólo corazón humano, iniciado por el dolor en todos los misterios de la simpatía. El dios del Talmud no es el Jehová de la Biblia, el Jaldabao de los gnósticos, apasionado y vehemente, salido de la misma estirpe de las Baalim, sino un dios humano, traspasado de dolor, como su mismo pueblo, no ya el dios de las batallas, sino un dios de duelo “que tres veces al día, por la destrucción de su templo, gime como una paloma”…. Si por un lado el Talmud reconoce la ley de la Biblia y se somete a ella, ciñiéndose todos sus nudos sobre el pecho, de otra parte se emancipa de ella y proclama la libertad de la razón y desentraña el último sentido de las prescripciones sacerdotales, hasta lograr, dentro del judaísmo, las últimas transfiguraciones esenciales, la universalidad humana que, fuera de él y con la ayuda de la cultura helena, logró alcanzar el cristianismo.
Difícil y casi imposible asignar una dirección exclusiva y única a un libro como este, que se ha ido formando, en el transcurso del tiempo, parcial y sucesivamente como todas las obras colectivas. Desde el año 180-170 antes de Jesucristo  , en que empezó a recoger las tradiciones dispersas, hasta el siglo IV de nuestra era, en que parece cerrarse el ciclo de las inspiraciones talmúdicas; este libro ingente, este gran río espiritual ha ido asumiendo y arrastrando en su raudal todas las imágenes cambiantes del alma israelita y todas las sombras de su pensamiento. Como un gran arco tirante, abarca entre sus extremos todas las evoluciones del pensar israelita y los acontecimientos más decisivos de su historia…. Y así, si en un aspecto el Talmud puede parecer un libro aún más teocrático que la Biblia, como inspirad por el espíritu meticuloso de los fariseos y por su alma, huraña y pacata, en otro aspecto se nos aparece como un libro extravasado, de una tolerancia humanísima, finalmente redimido de la estrechez de las prescripciones litúrgicas y de su letra muerta, y en el que se ha logrado, dentro de la tradición y de la casa judaica, la misma depuración ética que el cristianismo alcanzó fuera del recinto del templo y del área de su grave sombra sagrada….
En realidad, aparte acaso aquellos de sus libros que son de carácter jurídico o litúrgico, el Talmud representa la liberación del espíritu israelita, el más vivo paso de su dinamismo, la victoria de la razón sobre la fe  y de la academia sobre la sinagoga. En las escuelas de interpretación talmúdica en que se forja la dialéctica hebraica y se argumenta libremente bajo la dirección del maestro, como en las antiguas academias helénicas, el espíritu adquiere flexibilidad y ligereza, al par que el hábito e la duda, principio de la verdadera ciencia. La Academia hebraica prevalece sobre la sinagoga, y aunque sin perder el sentido de su estirpe teológica, da su preferencia a la filosofía racional y a la ética. La ética es la gran preocupación de maestros y alumnos en estas academias; no la antigua y estricta moral religiosa, sino la ética universal cuyos principios investigaba la divina curiosidad socrática; ya no es tanto Dios como el prójimo el contraste de la moralidad humana, y la inquietud de una moral absoluta es allí tan viva, que se presiente cómo un día el grave y tierno Spinoza, excomulgado por ella, se habrá formado, sin embargo en su seno y conservará toda la vida los rasgos de la madre….
Así el Talmud transubstancia, a fuerza de espíritu, el antiguo material tosco de la ley religiosa y lo convierte al fin en una ética y en un canto de altísima poesía, en esa voluntad de saber y de amor, en esa religiosidad despojada de dogmas, que es hoy la disposición espiritual de los israelitas cultos. Y al recorrer hoy sus páginas, comprendemos que aquellos hombres venerables que sufrieron persecución por este libro, no eran unos fanáticos ni unas arpías religiosas, anestesiadas entre las llamas, por la embriaguez de las promesas celestes o por la hiel del odio, sino sencillos hombres de ciencia, filósofos de alma inalterable, que tenían una fe absoluta en el triunfo del pensamiento y bebían serenamente su cicuta de fuego. Y este Talmud inextricable, mantenido en lo secreto de los ghettos, leído con afán  en el misterio nocturno de la Edad Media, al fulgor de luces cubiertas de velos opacos, se nos aparece, no como un templo de intransigencia y de odio, sino como el masónico templo espiritual en que unos seres magnánimos oficiaban sus ritos de liberada fraternidad…
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 Rafael Cansinos Assens (Sevilla, 1882 – Madrid, 1964) fue un escritor, poeta, novelista, ensayista, crítico literario y traductor español.
A los quince años, en 1898, fallecido su padre, se traslada con su familia a Madrid, ciudad que ya nunca abandonaría.
Su educación fue profundamente cristiana de la mano de su madre, ferviente católica, y de las de sus dos hermanas mayores, que llegaron a ser novicias. La rama paterna, «Cansino», era consciente a mediados del siglo XIX de su herencia conversa, lo que llevó a un jovencísimo Rafael a investigar el origen de su apellido, encontrando evidencias de un pasado familiar marcado por la expulsión de los españoles de religión judía en 1492 y que dividió a las familias sefarditas. Es a partir de este momento cuando comienza en él el proceso de asimilación al judaísmo, que ya le acompañará, con no pocos contratiempos, hasta el último minuto de su existencia.
Cautivado por el modernismo, colaboró en varias revistas y frecuentó las tertulias literarias animando
los movimientos ultraístas y vanguardistas.
A su primera obra, "El candelabro de los siete brazos"en 1914, le siguieron importantes traducciones de autores como Turgeniev, Tolstoi y Gorki. Publicó también importantes ensayos críticos como "Poetas y prosistas del novecientos"  en 1919, "Los temas literarios y su interpretación" en 1924 y "La nueva literatura"  de 1917 a 1927.
Después de la Guerra Civil española, presionado por el régimen franquista, inició un largo aislamiento, dedicándose por completo a trabajar con la Editorial Aguilar en el campo de la traducción. Es autor de las primeras versiones completas en español de "Las mil y una noches"  y el "Korán".



Bellezas del Talmud fue un libro largamente perseguido por el antisemitismo y cuya divulgación fuera del 
mundo judío comenzó en el siglo XIX. Fue vertido por primera vez a la lengua española en esta antología talmúdica seleccionada por Rafael Cansinos Assens en 1919. Bellezas del Talmud, más que una traducción,
es en realidad una obra literaria de Cansinos Assens, constuida a partir de ediciones francesas e inglesas, abreviadas y de traducción libre, que tuvo por finalidad promocionar el libro y difundirlo en el mundo cultural español. La antología reune fragmentos de la Agadá, aforismos talmúdicos, reglas éticas judías así como hermosas parábolas y fábulas de los Midrachim, consiguiendo un florilegio de los   
                                    diez siglos de pensamiento judío que recoge la inmensa edición del Talmud.