EL BARRIO DEL ONCE "SHEL MAALA" (fragmento)
por ELIAHU TOKER
¡Once, viejo barrio judío de Buenos Aires! ¡Ya no es lo que
era! Hoy ando sus calles y me salen al paso letreros en coreano; levanto los
ojos y sólo veo enormes cajones vidriados, testigos de nada, y apenas, a las
perdidas, algún edificio tenso de historia, sobreviviente de una época
tormentosa y fértil, agitada y brillante. Ando sus calles tratando de apresar
con mis ojos de hoy su vida de ayer, pero aquel pedazo de Buenos Aires, aquel
hervidero de vida judía y porteña llamado barrio del Once ya dejó de ser un
lugar de calles vivientes, edificios palpitantes y gente hablando a los gritos
en idish o en árabe; dejó de ser un lugar plantado en la geografía de Buenos
Aires para volverse una idea. Ya no existe más el Once shel mata, el Once terrenal. Como otrora Jerusalén, nos queda un
Once shel maala, un barrio del Once
celestial, clavado en la memoria de quienes lo vivimos.
(…)
¡Historia del Once! Micromundo, reflejo del macro mundo
judío y universal. Cas a casa, físicamente separados apenas por un tabique pero
ideológicamente separados por cataratas de palabras, vivían y militaban laicos
y religiosos, ortodoxos y liberales, anarquistas, nacionalistas, comunistas,
socialistas y bundistas; sionistas de derecha y de izquierda. Todas las gamas y
tendencias hasta llegar a las mayores sutilezas ideológicas. Y cada una, por
supuesto, con sus partidarios y opositores; cada una con su biblioteca, con su
escuela, con su periódico; cada una con su batalla y con su sueño. Escuchen
algunos de sus nombres: “Biblioteca libre israelita”, “Estudio dramático lung
Arguentine”, “Talmud Toire bnei Isroel de la Asociación de Sastres”,
“Primera Escuela Borojov”, “Asociación dramático musical Fraihait”, “Club
Israelita La Musa”,
etc., etc.
Eran del barrio, por supuesto, los diarios en idish “Di
Presse” y “Di idishe Tzaitung”, pero también las revistas “Penimer un Penimlej”
y “Oifgang” y “Eretz Israel” y “Mundo Israelita” y “La Luz”, y los teatros “Ombú”,
“Excelsior”, “Olimpo”, y apenas un poco más allá estaba el “Soleil” donde
actuaron Ben Ami, Buloff, Moritz Schwartz, por no hablar de Dzigan y Szumajer o de Max Perelman. Del
barrio fue también el “Gardel judío” Jevel Katz, que vivió y murió en la calle
Paso al 600; del barrio fue el poeta Carlos M. Grünberg, y en el famoso café Internacional de Liova Paley, ubicado en
Pasteur y Corrientes y cantado por César Tiempo, se reunían Tiempo, Eichelbaum,
Gerchunoff y otros inmortales con los periodistas y actores de la prensa y el
teatro idish.
Se me está terminando ya el tiempo y todavía no hablé de los
otros cafés, ni del Comercial ni del Bar León, ni de aquellos restaurantes
obreros que cobraban 20 cts. El plato y se comprometían públicamente a destinar
el 1% de sus ingresos al Procor, para ayudar a los obreros judíos de Rusia. Ni
hablé de las editoriales, ni de las librerías, ni de los comercios por mayor y
menor de todo tipo.
No mencioné siquiera a los landsmanshaftn, esas sociedad de ayuda mutua organizadas según
aldea de origen, ni hablé de sus cajas de crédito que en lugar de cerrárselo,
le ampliaban el crédito al que se encontraba al borde de la quiebra, o se lo
abrían al que estaba todavía en alta mar, rumbo a estas playas, para que no
bien desembarcara ya tuviese con qué armarse un hogar y compararse la primera
mercadería, que saldría a vende por señas, hasta que aprendiese el idioma.
Queda para ustedes la tarea de imaginar cómo era ese barrio, tal vez no
demasiado refinado, pero turbulento, apasionado, hirviendo de judíos que habían
trasladado a esas calles aspectos del viejo hogar europeo del que habían tenido
que huir. Gringos que fueron aporteñándose, criándonos y envejeciendo, como mis
padres. Mis padres, que un día se soltaron de mis manos y murieron. Y con
ellos, también este barrio judío del Once, desprolijo y vital, borrascoso y
familiar, se desprendió de las calles para volverse idea.
Extraido de: "El imaginario judío en la literatura de América Latina", Editorial SHALOM, Buenos Aires, 1990, 1990.
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En el primer aniversario
de la muerte de este gran poeta, magnífico traductor y editor, ELIAHU
TOKER, sea este nuestro homenaje a su memoria.