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viernes, 26 de octubre de 2012

Misceláneas judías para la pausa del Sábado



EL BARRIO DEL ONCE "SHEL MAALA" (fragmento)
por ELIAHU  TOKER

¡Once, viejo barrio judío de Buenos Aires! ¡Ya no es lo que era! Hoy ando sus calles y me salen al paso letreros en coreano; levanto los ojos y sólo veo enormes cajones vidriados, testigos de nada, y apenas, a las perdidas, algún edificio tenso de historia, sobreviviente de una época tormentosa y fértil, agitada y brillante. Ando sus calles tratando de apresar con mis ojos de hoy su vida de ayer, pero aquel pedazo de Buenos Aires, aquel hervidero de vida judía y porteña llamado barrio del Once ya dejó de ser un lugar de calles vivientes, edificios palpitantes y gente hablando a los gritos en idish o en árabe; dejó de ser un lugar plantado en la geografía de Buenos Aires para volverse una idea. Ya no existe más el Once shel mata, el Once terrenal. Como otrora Jerusalén, nos queda un Once shel maala, un barrio del Once celestial, clavado en la memoria de quienes lo vivimos.
(…)
¡Historia del Once! Micromundo, reflejo del macro mundo judío y universal. Cas a casa, físicamente separados apenas por un tabique pero ideológicamente separados por cataratas de palabras, vivían y militaban laicos y religiosos, ortodoxos y liberales, anarquistas, nacionalistas, comunistas, socialistas y bundistas; sionistas de derecha y de izquierda. Todas las gamas y tendencias hasta llegar a las mayores sutilezas ideológicas. Y cada una, por supuesto, con sus partidarios y opositores; cada una con su biblioteca, con su escuela, con su periódico; cada una con su batalla y con su sueño. Escuchen algunos de sus nombres: “Biblioteca libre israelita”, “Estudio dramático lung Arguentine”, “Talmud Toire bnei Isroel de la Asociación de Sastres”, “Primera Escuela Borojov”, “Asociación dramático musical Fraihait”, “Club Israelita La Musa”, etc., etc.
Eran del barrio, por supuesto, los diarios en idish “Di Presse” y “Di idishe Tzaitung”, pero también las revistas “Penimer un Penimlej” y “Oifgang” y “Eretz Israel” y “Mundo Israelita” y “La Luz”, y los teatros “Ombú”, “Excelsior”, “Olimpo”, y apenas un poco más allá estaba el “Soleil” donde actuaron Ben Ami, Buloff, Moritz Schwartz, por no hablar de  Dzigan y Szumajer o de Max Perelman. Del barrio fue también el “Gardel judío” Jevel Katz, que vivió y murió en la calle Paso al 600; del barrio fue el poeta Carlos M. Grünberg, y en el famoso café Internacional de Liova Paley, ubicado en Pasteur y Corrientes y cantado por César Tiempo, se reunían Tiempo, Eichelbaum, Gerchunoff y otros inmortales con los periodistas y actores de la prensa y el teatro idish.

Se me está terminando ya el tiempo y todavía no hablé de los otros cafés, ni del Comercial ni del Bar León, ni de aquellos restaurantes obreros que cobraban 20 cts. El plato y se comprometían públicamente a destinar el 1% de sus ingresos al Procor, para ayudar a los obreros judíos de Rusia. Ni hablé de las editoriales, ni de las librerías, ni de los comercios por mayor y menor de todo tipo. 

No mencioné siquiera a los landsmanshaftn, esas sociedad de ayuda mutua organizadas según aldea de origen, ni hablé de sus cajas de crédito que en lugar de cerrárselo, le ampliaban el crédito al que se encontraba al borde de la quiebra, o se lo abrían al que estaba todavía en alta mar, rumbo a estas playas, para que no bien desembarcara ya tuviese con qué armarse un hogar y compararse la primera mercadería, que saldría a vende por señas, hasta que aprendiese el idioma. Queda para ustedes la tarea de imaginar cómo era ese barrio, tal vez no demasiado refinado, pero turbulento, apasionado, hirviendo de judíos que habían trasladado a esas calles aspectos del viejo hogar europeo del que habían tenido que huir. Gringos que fueron aporteñándose, criándonos y envejeciendo, como mis padres. Mis padres, que un día se soltaron de mis manos y murieron. Y con ellos, también este barrio judío del Once, desprolijo y vital, borrascoso y familiar, se desprendió de las calles para volverse idea.

Extraido de: "El imaginario judío en la literatura  de América Latina", Editorial SHALOM, Buenos Aires, 1990, 1990.
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En el primer aniversario de la muerte de este gran poeta, magnífico traductor y editor, ELIAHU TOKER, sea este nuestro homenaje a su memoria.

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