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viernes, 20 de diciembre de 2013

Misceláneas judías para la pausa del Sábado

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Nathán Yonathán (1923-2004) nació en Kiev, Ucrania, creció en Petah Tikva, y vivió en el Kibbutz Sarid desde 1945 hasta su muerte. Él comenzó a publicar en 1940. Después de terminar su licenciatura y maestría en hebreo y literatura en general, ha enseñado en la escuela secundaria y universitaria, en Israel y los EE.UU. Fue durante muchos años redactor jefe de la Editorial Sifriat HaPoalim . También fue miembro del consejo de administración de la Radiotelevisión israelí y el presidente, así como presidente de la Asociación Israelí de Escritores. Más conocido como poeta y letrista, Yonathan publicó 16 libros de poesía, una novela y libros para niños. Fue galardonado con el Premio BialikHa sido incluido por Carlos Morales, en su antología de la poesía israelí –árabe y hebrea- contemporánea, titulada Coexistence. En ella escribe: “Desde que abrazó al padre de un soldado árabe que yacía en el mismo cementerio que su hijo Lior, junto a otros muchos muertos de la guerra del Yom Kippur, Nathán Yonathán se ha convertido en una de las voces más activas y sensatas del pacifismo israelí. Su voz, hija del espíritu de los kibbutzim es, por lo demás, una de las más conocidas en el mundo de la poesía israelí contemporánea.”

miércoles, 18 de diciembre de 2013

"Diálogo entre dos mundos"



Jack:
       ¿Sabés en qué pensaba?
En que los elefantes tienen memoria, pero, así como el humano no hay
ninguna especie.
El hombre habla y es extraño. Para mí, es un misterio, un enigma. Hay
tantas cosas que no comprendo. Pero, bueno. Podemos hablar de éso y
tal vez aclarar algo. ¿Vos qué decís?

Silvia:
      Acordamos bastante en este tema. A veces, es difícil saber por
qué la gente hace lo que hace, dice lo que dice, piensa lo que piensa,
siente lo que siente y a veces no es tan difícil. Es decir: a veces lo
es; a veces, no lo es. Depende de muchos factores.

Jack:
      Creo que los judíos y el judaísmo están en el centro de la
escena siempre. Somos como el ombligo del mundo. Todo pasa por
nosotros y para nosotros.

Silvia:
      ¿Seremos paradigma de un universal difícil, complejo, humano,
comun a cualquier otro como semejante?

Jack:
     ¿Seremos perseguidos por nuestra identidad tan pero tan
controvertida? ¿Qué tenemos de diferente? ¿Acaso, somos qué?

Silvia:
     Somos entes del humus y como tales llevamos el emblema de finitud
a "flor de letra". Además, el varón judío tiene escrito en su cuerpo
real la Circuncisión como "Pacto de Palabra", "Palabra hecha Acto".
Este cuerpo será hablado desde la "falta" como "hiancia estructural"
para cualquier otro de la especie, al modo de semejante. Tal vez, el
judío emblematice la "finitud" y por ello es tan perseguido. Recuerda
eso de lo que muchos otros nada quieren saber: la muerte. Por ende, se
persiguen con él. Por lo tanto, lo persiguen a él. El nazismo buscó
eliminar(lo) con la ilusión de erradicar la finitud. Sin saber, o más
bien sabiéndo(lo) y re-negándo(lo) que la finitud atravesaba a cada
sujeto, del que el sujeto judío sólo es paradigma.

Jack:
     Me vuelve siempre lo de Arendt y su filosofía. ¿Qué dijo que haya
cambiado algo en el mundo? ¿Qué aporte del que se pueda sacar algo
valioso? ¿Acaso, no adhiere al enemigo?

Silvia:
     Arendt  analiza el totalitarismo en todas sus formas. Denuncia la
deshumanización y el poco criticismo que lleva a las masas a plegarse
a lo peor. Anula la subejtividad, aliena la diferencia, borra la
identidad, cambia el nombre por un número. Descubre, aún en el
victimario, así como en la víctima el mismo mecanismo: el terror, que
paraliza.

Jack:
     No la comprendo. Me parece alguien que dijo lo que le convenía
decir, no la verdad. No me gustaría perder mucho tiempo hablando de ella, 
aunque a veces siento que debo hablar de éso. ¿Qué será?

Silvia:
      Tal vez reconozcas un criticismo en ella que te identifica. Al
igual que vos, ella desde otra óptica critica la complicidad del
silencio, la no lucha por los ideales, la obediencia debida como
supuesto de excepción de responsabilidad penal. Quizás veas en ella
una filósofa que enuncia la deshumanización y la alienación
contemporáneas. Desde tu propio ángulo, denuncias cosas parecidas.

Jack:
     Nunca se me hubiera ocurrido. Tal vez sea así. Lo que te puedo
decir es que son más las cosas que no entiendo que las que entiendo.
No sé si es que yo soy infantil en mis preguntas y/o argumentos o es
que hay algo que se me escapa. Tal vez me faltan elementos o no estoy
capacitado. ¿Vos qué pensás?

Silvia:
      Creo que de infantil no tenés un pelo. Más bien sos muy
dilemático, observador y crítico. Está bueno porque apuntás a lo
irracional, a lo ilógico, descubrís el sin sentido. Mostrás las
contrariedades, las contradicciones. Polemizás permanentemente y eso
es crucial para dilucidar algo de lo oscuro. Darle luz. explicatio al
"no saber qué hacer". Es como si te plantearas el síntoma de lo que en
el Siglo XXI es mediocridad, torpeza, inescrupulosidad, inercia. La
absurdidad de las guerras, el fracaso del diálogo, de la
simbolización, la rivalidad a muerte por el avasallamiento.

Jack:
    ¿Seré que?

Silvia:
      ¿Patriarca del Siglo XXI? ¿El que pasó a ser de Yacub a ser
Isra(EL)¡ ¿Quién lucha con el malaj/ángel y le gana la batalla
cotidianamente? ¿El que lucha con la Letra, con la Palabra, con  la
Ley para hacer que la Vida como mandamiento de la Torah, sea Eterna?

Jack:
  "¿(...)?"

viernes, 13 de diciembre de 2013

Misceláneas judías para la pausa del Sábado

10 de Tevet de 5774

El gramático defiende la sintaxis de Alberto Szpunberg

Para nuestro único nombre y para sus dos tablas y para
nuestros tres padres y cuatro madres y cinco libros el
verbo ser y el verbo estar eran y estaban o serán y
estarán el mismo verbo, hasta algunos sabios llegaron
a afirmar que estaban y eran el verbo único del único
nombre, hasta tal punto que cuando éste, bendito sea,
independientemente de ser y estar en todo, quiso decir
soy el que soy, como la obviedad de decir seré el que
seré o estaré donde estaré, vio que todo momento
o lugar, aun este poema, es siempre un recurso:
“mañana”, por ejemplo, “después”, “al atardecer”,
“mientras enciendo el fuego con ramas traídas
del bosque”, “cuando vuelvo a la tibieza de tu cuerpo
contra el mío”, todas son formas circunstanciales, meros
adverbios que intentan en vano definir el único verbo
que puede ser y estar al mismo tiempo, y hasta nosotros,
humildes sujetos de acciones subordinadas al que
siempre será el que será y estará donde estará, hasta
nosotros sólo somos complemento, un vano acusativo,
hasta objeto directo de burla, de odio, de sospecha, y así
estamos por un lado y somos por el otro
y sólo la oración nos da coherencia.

                                           *************

Alberto Szpunberg (Buenos Aires, 1940) es poeta y periodista. Fue director del suplemento cultural  del diario “La Opinión” entren los años 1975 y 1976. El golpe militar del 24 de marzo de 1976, lo obliga a exiliarse en la ciudad de Barcelona, España. A lo largo de su carrera ha obtenido importantes distinciones como el Premio Casa de las Américas, por su libro El che amor, o el Premio Internacional de Poesía Antonio Machado que obtuvo con Luces que a lo lejos. Editorial Entropía acaba de publicar su poesía reunida en Como solo la muerte es pasajera.

"Diálogo entre dos mundos"

Por Jack Fuchs y Silvia Lef
Jack:
     Estoy recordando cuando fui hace unas tres décadas a Rusia. ¡Qué emoción! Ir al templo, estar en medio de la comunidad judía después de todas las cosas que pasaron. Fue increíble. Viajé bastante. Eso fue re-lindo. Aunque ahora, ya no quiero salir, ni de vacaciones tampoco. Estoy como muy cansado y a veces aburrido.
Me gusta dialogar contigo. Me hace pensar en otros temas y debatir, discutir, esa esgrima de la Palabra. como vos decís, me fascina. Es como un juego, sin ganador, sin perdedor, un juego para disfrutar el juego mismo. Con gran humor y los sipurim entrelazados en los temas. También lo bíblico, lo talmúdico me encantan. Son como puertas a la poesía, a la sabiduría, a la verdad.
Silvia:
    Está super bueno dialogar contigo. En la diferencia, está lo novedoso. Los tres últimos diálogos fueron sorprendentes por tus ideas machistas. Tal vez, reflejen un paradigma bastante habitual en una determinada generación socio-cultural.
Jack:
     ¿No pensás que la mujer es inferior al varón o que está siempre atrás suyo?
Silvia:
    No pienso sino en las antípodas de esa idea. Creo más bien que van a la par ambos sexos. Sin sojuzgamiento, sin subordinación, sin dominio. Las mujeres hemos ingresado en el mundo contemporáneo desde roles muy activos, ya en la profesión, ya en la política, ya en la pareja, ya en la familia. Pensá que en una democracia se elige y se vota. Nadie está obligado a nada. Quien yerra una elección puede hacer luego una otra mejor y optar por un cambio, ya propio, ya ajeno.
Jack:
    Mucho no comprendo este mundo actual. Es raro, enigmático. Pasan cosas extrañas. La gente cambia una pareja por otra, deja una elección y hace otra. Se olvidan. No tienen memoria.

Silvia:
     A veces los cambios son buenísimos. Por ejemplo, si alguien fracasó en un vínculo conyugal y luego apuesta a otro, fabuloso. No se dejó estar. No renunció a la vida amorosa sino que re-intentó. Si encima le va bien, maravilloso. Nada está perdido.
Si no era feliz y cambió y ahora lo es, aleluya!
Jack:
    ¿Se puede hacer éso? ¿Cambiar de pareja? ¿Cambiar la familia? ¿Dejar algo y tomar un otro algo? Me parece super moderno pero no me va. Creo más bien que hay que seguir con todo armado.
Silvia:
   El tema es tener la inteligencia para des-armar lo que no funciona, para re-armar algo que funcione con alguien que te haga feliz. ¿Acaso, ofrendarías tu felicidad por el qué diran? ¿Fingirías estar con alguien aunque no te plenifique? ¿Qué harías?
Jack:
Lo tradicional. Sin cambiar. Sin innovar. Sin abandonar. Sin dejar.
Silvia:
      ¿Serás Yacub, quien trueca su nombre por Israe(EL) cuando lucha con el malaj/ángel que emblematiza a Dios y le gana la batalla. Con la Letra, con la Palabra, con la Milá?

Jack:
      ¿Seré el Patriarca del Siglo XXI, quien apuesta a la Vida como el bien supremo, Circuncisión mediante como Ley?

Silvia:
"¿(...)?"

viernes, 6 de diciembre de 2013

Misceláneas judías para la pausa del Sábado



3 de Tevet de 5774

La lengua absuelta (fragmento)
de Elías Canetti
 
Todos los viernes venían los gitanos. El viernes, en las casa judías se preparaba todo para el sábado. Se limpiaba la casa de arriba abajo, las muchachas búlgaras corrían de un lado para otro, en la cocina había mucha faena, nadie tenía tiempo para mí. Completamente solo, yo esperaba a los gitanos con la cara aplastada contra los cristales de la gigantesca sala de estar. Les tenía un miedo horroroso, supongo que también por lo que las muchachas me habían contado de ellos, en los largos y oscuros atardeceres que pasábamos en el diván. Estaba convencido de que los gitanos secuestraban a los niños y que ya me habían echado el ojo a mi.
Pero a pesar de este terror no hubiera dejado de contemplarlos, era espléndido el aspecto que ofrecían. El portón del patio se abría de par en par, pues necesitaban espacio. Aparecían como una tribu, un patriarca ciego se alzaba siempre en medio, el bisabuelo me decían, un hermoso anciano de cabellos blancos que caminaba, apoyado en dos nietas mayores, vestido de harapos multicolores. A su alrededor, estrechamente apiñados, había gitanos de todas las edades, muy pocos hombres, casi todos mujeres e innumerables niños, los mas pequeños en brazos de sus madres, los otros saltando pero sin alejarse demasiado del soberbio anciano, que permanecía siempre en el centro. Todo el cortejo era terriblemente denso, nunca había visto tantas personas juntas siguiendo el mismo itinerario; en esta ciudad tan llena de color la comitiva era lo más variopinto. Los harapos con que remendaban sus ropas brillaban, multicolores, pero en general el color que resaltaba más era el rojo. Muchos llevaban sacos a la espalda y a mí me costaba no imaginar que dentro tuvieran niños secuestrados.
Me parecían innumerables, aunque si ahora trato de evaluar su numero diría que no eran mas de treinta o cuarenta.
De todos modos, jamás había visto tanta gente en el patio grande, y como se movían muy lentamente a causa del anciano, el cortejo resultaba interminable. Pero no se quedaban aquí sino que, dando la vuelta a la casa, llegaban al patio de la cocina, donde yacía la leña amontonada, y allí se instalaban.
Yo acostumbraba a esperar el momento en que hacían su aparición por el portón del patio, y no bien divisaba al anciano ciego, cruzaba corriendo la larga sala de estar y el aún mas largo corredor que comunicaba por la parte de atrás con la cocina, vociferando: “¡Zínganas! ¡Zínganas!”. Allí estaba mi madre, dando instrucciones para el menú del sábado, algunas de cuyas especialidades las preparaba ella misma. Yo ni siquiera veía a las muchachas con las que tropezaba a menudo en el camino; continuaba gritando como un enloquecido hasta que topaba con mi madre que me decía algo para tranquilizarme. Pero en lugar de quedarme con ella, me precipitaba de nuevo por el largo camino, atisbaba por la ventana el avance de los gitanos, que apenas si habían adelantado un poco, y volvía inmediatamente para notificarlo en la cocina. Anhelaba verlos, me sentía poseído por ellos, pero en cuanto los había visto me aterrorizaba la idea de que me hubieran descubierto y echaba a correr gritando de pánico. Así trascurría un buen rato, yendo de un lado para otro. Creo que esta la causa de que haya conservado tan vivo el recuerdo de la longitud de la casa entre los dos patios.
Tan pronto como alcanzaban su meta, delante de la cocina, el anciano se instalaba en el centro y los demás en torno de él, se abrían los sacos y las mujeres iban recogiendo los donativos sin pelearse. Recibían cantidad de leña, lo cual parecía satisfacerles enormemente, y también mucha comida. Se les entregaba algo de todo lo que se había preparado y jamás se les daba desperdicios. Yo me sentí aliviado al comprobar que no escondían niños en los sacos, y me paseaba entre ellos pegado a las faldas de mi madre; me examinaban cuidadosamente, pero procuraba no acercarme demasiado a aquellas mujeres que trataban de acariciarme. El anciano ciego comía lentamente de una fuente, descansaba y se tomaba su tiempo. Los demás no tocaban ningún manjar, todo desaparecía en los grandes sacos y solo los niños podían picar los dulces que se les habían obsequiado. Me maravillaba lo cariñosos que eran con sus pequeños, nada que ver con malvados secuestradores de niños. Pero esto en nada modificaba mi terror. Después de un rato, que a mí me parecía interminable, se levantaban y la comitiva volvía a dar la vuelta alrededor de la casa, y a través del patio, un poco más rápidamente que a la llegada. Desde la misma ventana los seguía con la vista hasta que desaparecían por el portón. Entonces volvía corriendo por última vez a la cocina diciendo: “¡Los gitanos se han ido!”; nuestro criado me tomaba de la mano, me llevaba hasta el portón, decía: “Ya no volverán”, y lo cerraba. El portón del patio solía permanecer abierto; pero los viernes hubiera podido entrar cualquier otro grupo de gitanos: cerrándolo, se les indicaba que su gente ya había pasado por allí, y pasaban de largo.

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                                                                             Elías Canetti
Nació en 1905, en el seno de una familia hispanohablante de judíos sefardíes en Ruschuck (Bulgaria). Canetti, cuyos antepasados italianizaron el nombre de Canete, aprendió, en el seno de su familia, el español arcaico. Nacionalizado británico. En 1911 abandonó su país para trasladarse a Inglaterra, en 1913 a Viena, a Zurich en 1916 y a Frankfurt en 1921. En el año 1924 regresó a Viena. Estudió Ciencias Naturales y Química en la Universidad de Viena, obteniendo su doctorado en Química en 1929, y donde después cambio su matrícula a Filosofía y Letras, disciplina en la que alcanzó el grado de doctor. Desde entonces se dedicó plenamente a escribir.
Su primera obra fue un ensayo creativo sobre Kafka, con el título de El otro proceso de Kafka. Su única novela, fue Auto de fe (1936), concebida como la primera en una serie de ocho. A partir de esta novela, se centró en la historia, la literatura de viajes, el teatro, la crítica literaria y la escritura de sus memorias.

Autor de tres obras de teatro: La boda, La comedia de la vanidad y Los emplazados así como de La lengua absuelta, La antorcha al oído, El juego de los ojos y Las voces de Marrakech. Su Masa y poder (1962) es un libro ambicioso, una combinación de antropología e historia  Sus tres volúmenes de memorias, La lengua absuelta (1977), del cual se tomó el fragmento transcripto aquí, La antorcha al oído (1980) y El testigo escuchador (1985), abarcan su vida antes de la IIª Guerra Mundial.
En 1981 le concedieron el Premio Nobel de Literatura.
Murió en Zurich en 1994.